Se ha transformado en un actor serio, enamorado marido, desintoxicado y con dos películas con dame Helen Mirren

Es casi difícil reconocer al salvaje cómico inglés Russell Brand en una metamorfosis radical de apenas un año. Este 2010 es defitivamente el mejor de vida y sólo puede ir hacia arriba. Este año se ha casado con una de las jóvenes más deseadas del planeta, Katy Perry -tras asegurar en sus dos libros de memorias que se había llevado a la cama a 6.000 mujeres de diverso pelaje-, está sobrio tras años de sexo, drogas peligrosas y alcohol y va a estrenar dos películas nada menos que con dame Helen Mirren. Y se ha casado en una fabulosa boda de 3 días en la India, donde acude a meditar con chamanes. Parece que el amor puede con todo.

Revisando su pasado, se inició en monólogos de stand-up y en la BBC radio compartía un programa con el ahora caído Jonathon Ross, el periodista excéntrico y amante del lujo mejor pagado del Reino Unido. La razón: le hicieron una llamada obscena al amado actor Andrew Sachs (el camarero Manuel de la serie «Fawlty Towers». «Ës de Barcelona», decía con desdén el brutal John Cleese). La llamada hacía referencia a que Brand aseguró haberse acostado con la nieta del actor, un judío superviviente de Auschwitz. Le dejaron mensajes obscenos en el contestador. Fue un escándalo nacional, Ross fue sancionado y él dimitió y salió para los EEUU para purgar su pecado.

Allí se encontró con el rey de la comedia Judd Apataw, quien le convirtió en el priápico y drogadicto rockero Aldous Snow en «Ölvídate de mí» y «Llevalé al Greek» y, voilá, había nacido una estrella. A los 35 años ha pulicado dos libros de memorias: «My Booky Wok: unas memorias de sexo y comedia», que está agotado. Presentó los premios MTV en 2008, se metió con Katy Perry, ella le tiró una botella de agua -es bastante fierecilla- y se enamoraron volcánicamente. Este año ha rodado con dame Helen Mirren dos films, uno de ellos un Shakespeare, «La tempestad», en el que él es un carácter bufonesco, Trinculo, y la directora Juliet Taymor («Titus») convirtió a la aristócrata rusa en Próspera (en vez de Próspero).

Y en el remake de «Ärthur, el soltero de oro», encarna al salvaje y multimillonario protagonista y ella… a su mayordoma. De nuevo, cambio de género. Da la circunstancia de que en anteriores películas, Próspero fue sir John Gielgud… y el mayordomo, también. Durante ambos rodajes, durante las pausas se retiraba a meditar y todos se maravillaban de que se había convertido en un excelente actor. Luego llegó Perry y el futuro es puro oro. Yo disfruto con sus entrevista en televisióm, hablé con én Amsterdam y sigue siendo salvaje pero cultísimo. Habrá que esperar a los estrenos.