Divertimento y nostalgia con el viejo mantón de manila

«La verbena de la Paloma” es una de las zarzuelas que perviven en un lugar de privilegio de la memoria colectiva del Madrid/madriles. Se estrenó en 1894, época de esplendor del género chico, en medio de una fuerte expectación, y en el teatro estuvieron aquella noche José de Echegaray y Leopoldo Alas Clarín, entre otros. El libreto es de Ricardo de la Vega y el maestro Tomás Bretón compuso la música en sólo19 días.

Ahora, Óscar Cabañas y su compañía, Ditirámbak, especializados en zarzuelas de pequeño formato, han recuperado «La verbena de La Paloma”, que se representa los jueves en el teatro Victoria de Madrid. Se trata de un montaje que en esta ocasión incide en la ingenuidad de la acción, y que trata de potenciar -en algunos casos reinventándolos- los momentos de humor del texto original. Es un acierto el guiño a la ingenuidad de unas historias hermosas y conocidas por todos, aunque socavadas por el paso de los años, pero en la persecución del humor hay una sobreactuación de algunos personajes que perjudica al contexto general del espectáculo.

Óscar Cabañas también acierta en la introducción a la obra que se realiza sobre las tablas, en la que explica al espectador el origen de «La verbena de la Paloma”, como ya hizo este director en otro de sus anteriores trabajos con zarzuelas, «La Gran Vía”, en ese caso sirviéndose de una proyección cinematográfica.

Esta versión de «La verbena de la Paloma” suena y sabe a verbena de la Paloma, a vino de taberna y a chulapa, a barrios de La Latina y Carabanchel, y ese es su principal logro. Con don Hilarión, viejo verde y enamoradizo, las hermanas Susana y Casta en busca del dinero del anciano boticario empujadas por su tía avara y aguardentosa, y el triunfo final del amor/amor. En Ditirámbak hay buenas voces y un elenco acorde con las exigencias de la zarzuela. Mucho Madrid sobre el escenario. Chulapa, ¿dónde vas con mantón de manila?