La actriz adicta al crack mintió a la policía en un accidente de tráfico

Sigue la caída en picado de Lindsay Lohan. Sería su quinta estancia en la cárcel si el juez Lewis la condena por tres delitos graves. Ocurrió este varano y la destalentada adicta al crack conducía un coche de lujo, un Porsche. Viajaba con su agente y sufrió un accidente brutal que acabó en siniestro total. Llegó la policía a tomarla declaración, se comprobó que no sfría heridas y se le preguntó quién conducía.

Ella hizo caer la culpa del accidente a su agente que aseguró que era quien conducía. A través de varias investigaciones con cámaras de seguridad, se la vió el volante. Mentir a la policía es un delito muy grave, y se la acusa también de fraude y obstrucción a la justicia. Es posible que tenga que vivir ocho meses en la cárcel. También se la acusa de fraude fiscal y de deber al hotel Chateu Marmont -sitio favorito de sus locuras con el alcohol y las drogas- de deber 400.000 dólares. No trabaja hace años y su serie sobre Elizabeth Taylor y Richard Burton, ha sido un completo fracaso.

Adicta a la cirugía, es toda una muñeca de plástico. La entrevisté hace años en París por «Mean girls» y era un encanto, una adolescente pelirroja llena de pecas. Ya se le veían maneras, porque salía con el actor Wilder Walderrama (Aquel show de los 70), mucho mayor que ella y está penado en los Estados Unidos. Su madre es drogadicta y su padre, Michael Lohan, tras varios años en la cárcel por estadador y falsificador de tarjetas de crédito es un gritón de los peores reality shows. Una familia disfuncional, con la pequeña Ali también por el mal camino. Junto a los Lohan, los Corleone son un santos. Continuará…