Mientras que Michael Douglas se ha negado a mostrarle su apoyo, los directores Olivier Assayas, Matthieu Amalric y Xavier Beauvois solicitan su libertad

Desde hace un años, Roman Polanski (Paris,1933) es un ciudadano francés, con una esposa francesa (la tercera, Emmanuelle Seigner) y dos hijos franceses (Morgane y Elvis). Vive, dirige cine, ópera y teatro en Francia, reside en Paris, con casas en Gstaad e Ibiza y ganó el Oscar en 2002 por «El pianista», que le entregó en París su amigo intimo Harrison Ford.

Como es sabido, las autoridades suizas (con la doble moralidad marca de la casa del país que es más bien la unión de intereses bancarios) le detuvieron el pasado invierno cuando llegaba a un festival que le rendia homenaje. Paso dos meses de calvario en una prisión de la Confederación Helvética y sufre arresto domiciliario de meses en su lujosa residencia de la localidad deportiva de Gstaad.

En Estados Unidos están intendo abrir de nuevo para juzgarle un caso ocurrido hace tres decadas por la violación, sodomía y por dar drogas (Quaaludes) a una menor de edad. En su tiempo, cumplió 90 dias en prisión y pasando análisis psiquiátricos, con lo cual estuvo a punto de salir redimido, pero los caprichos de un juez le hicieron cambiar de opinión y exiliarse de los Estados Unidos. Polanski nunca ha mirado atrás. Además, su víctima, Samantha Geimer, le perdonó públicamente hace años y de nuevo, ha vuelto a rogar que el caso sea olvidado. Sin embargo, los recientes eventos, en los que se le considera juzgar «in absentia», le han devuelto a su pesar a los titulares, mientras su última pelicula, la excelente «El escritor» renueva su estatus de maestro.

Sus problemas crecieron la semana pasada cuando la mediocre actriz Charlotte Lewis, 27 años después, ha acusado al director de «La semilla del diablo» de haber abusado de ella indígnamente cuando solo contaba 16 años. La actriz le conoció durante las audiciones para el film «Piratas», protagonizada por Walther Matthau, y con la que acompaóo al director al Festival Internacional de Cannes (El barco en que se rodó «Piratas» estuvo muchos años atracado en el puerto de Cannes). En la rueda de prensa de la semana pasada en Los Angeles, acompañada por la fiera abogada hambrienta de publicidad Gloria Allred, Lewis contó como la obligó a beber champán Moet&Chandon y a tener relaciones sexuales. En tono agrio, reveló que no ha sido capaz de beber semejante marca nunca más y que acaba de romper con su prometido por los traumas infligos por Polanski.

La sospechosa Lewis se ha revuelto contra todos aquellos que han mostrado su apoyo al director de la obra maestra «Chinatown». En Cannes, de cuyo Jurado fue presidente en 1991, le apoyaron el romano catolico director Martin Scorsese, que se presentó para anunciar un film sobre George Harrison, y Woody Allen, en el certamen con «You Will Meet a Tall Dark Stranger» y de la mano de su esposa Soon-Yi, la hija adoptiva de Mia Farrow y Andre Previn. Farrow acusó a Allen de actos ilicitos con la pequeña cuando era menor. Allen pudo superar el escándalo, la persecución y recuperar su carrera.

En Cannes, el tema sigue siendo asunto de debate. Michael Douglas, un hombre infiel y priápico, que ha sobrevivido a curas de desintoxicación sexual, se negó a mostrarle públicamente su apoyo. No así, los directores Olivier Assayas y Matthieu Amalric, presentes con las peliculas «Carlos» y «Tournée», acerca del terrorista y un grupo de actrices de porno. El último en apoyale, el realizador francés Xavier Beauvois, a competición con la excelente «Des hommes et des Dieux». En la alfombra roja, se cubrió con una camiseta negra en la que se leia en blanco, POLANSKI