LA COMPAÑÍA BRITÁNICA CHEEK BY JOWL LO HA PRESENTADO PREVIAMENTE EN EL FESTIVAL DE ALMAGRO

La trama de «Troilo y Crésida» se desarrolla en plena guerra entre griegos y troyanos. El príncipe Troilo, hijo del rey Príamo de Troya, se enamora locamente de Crésida, la hija de un desertor griego. Los amantes tienen que separarse porque a ella la reclaman para formar parte de un intercambio de rehenes.
 
Fundada en 1981 por Declan Donneland y Nick Ormerod (ambos recibieron este año el 8º Premio Corral de Comedias del citado Festival), la compañía también ha visitado con esta producción el Festival Grec de Barcelona.
 
«Troilo y Crésida» ha supuesto un punto de inflexión para la compañía, según aclara Donneland, puesto que hasta ahora Cheek by Jowl se había dedicado a poner en escena «las obras fáciles de Shakespeare». Para este nuevo espectáculo ha hecho falta el mayor elenco de actores que ha tenido la compañía hasta ahora. «No es una obra que pueda entenderse desde sus propias páginas sino que hay que sacarle el sentido que posee», señala Donneland.
 
El director de escena recuerda que William Shakespeare escribió “Troilo y Crésida” a mediados de su vida, cuando ya había tenido un enorme éxito con «Hamlet» y se hallaba en lo más alto. Pero a diferencia de este texto, “Troilo y Crésida” no triunfó.
 
VISIÓN IRÓNICA
 
Según Donneland tanto en una obra como en la otra el autor inglés abordó los mismos temas. «Qué  significa ser un hombre es el asunto central y Shakespeare lo mira desde distintos puntos de vista, pero en esta ocasión lo hace recurriendo a los personajes descritos por Homero en su «Ilíada»: Agamenón, Héctor, Aquiles, Casandra… desfilan por esta obra, aunque desde una perspectiva muy irónica. Todo tiene un sabor muy amargo y el autor rompe todas las reglas sobre el drama», explica.
 
Donneland alude a la escena de amor entre los dos jóvenes amantes. «En ella no hay balcón, es diferente, misteriosa y maravillosa pero difícil de explicar. Shakespeare quiso hacer otra cosa», dice.
 
El espectáculo, que dura algo más de tres horas, no está pensado para un público concreto. Donneland aclara que, desde luego, no ha querido simplificarlo pensando en un público más joven acostumbrado a la velocidad del cine. «Los jóvenes no necesitan ser distraídos con color y movimiento. Muchas veces queremos infantilizarles. Esto me parece asqueroso y no es bueno para la sociedad tratar a los jóvenes como idiotas. En esta función unos se aburrirán y otros no, igual que les sucederá a los mayores», apunta.
 
Por su parte, Ormerod señala respecto a la escenografía de “Troilo y Crésida” que las decisiones siempre se toman una vez que han comenzado los ensayos. «En el caso de Shakespeare la escenografía tiene que moverse muy ágilmente de escena en escena. Aquí, además, los personajes están vistos, incluso por el autor, de forma satírica y no los trata como héroes sino como seres humanos», apuntó. «Hay muchos paralelismos con la guerra moderna. Muchos soldados están esperando sin hacer nada y al final se consumen en una violencia terrible, como pasa aquí», apostilla.
 
TRABAJAR EN PROGRESIÓN
 
Donneland explica la forma de trabajar que tiene la compañía, «que no finaliza después del estreno. Las obras no se hacen como tartas. Están escritas en verso y requieren mucho tratamiento. En nuestro caso la función cambia cada semana porque realizamos un trabajo en progresión, en movimiento y, en este caso, los actores son como una inversión», comenta.
 
No es lo mismo estar con actores ingleses, rusos o franceses aunque para Donneland los problemas que tienen unos y otros son similares. «Lo que cambia son los sistemas. En el ruso los actores prácticamente mueren en compañías permanentes. En Occidente hay un sistema más promiscuo de coger y tirar. Sobre todo en Inglaterra mucho más que en Francia y por eso el sistema inglés tiene muchos altibajos», aclara.
 
VARIAS COMPAÑÍAS
 
Cheek by Jowl, que ganó en 1986 el premio Laurence Olivier a la Mejor Nueva Compañía y creció como la espuma, no es sólo la compañía británica, de hecho tiene dos compañías hermanas aunque son independientes todas ellas: la compañía rusa y la francesa. La primera se halla bajo los auspicios de la Fundación Chéjov y la segunda camina de la mano de Peter Brook.
 
Esto supone un enorme esfuerzo para Donneland y Ormerod y aunque, tras esta representación, sólo desean tomarse unos meses de respiro, anuncian que volverán en «año y medio más o menos» con un nuevo trabajo. Donneland adelanta que con la compañía rusa pondrán en escena «La Tempestad» la próxima temporada.
 
Asimismo, el director de escena no descarta volver al ballet (ya hicieron una nueva versión del ballet «Romeo y Julieta» de Prokofief por encargo del Teatro Bolshoi en 2003) e incluso se están planteando «atreverse» a hacer cine y cambiar así de dirección. Entre las propuestas que han recibido está estrenar en español y aseguran que eso «algún día llegará» porque en España se sienten «como en casa».