EL CINEASTA ESTRENA EN CANNES SU BIOPIC DEL PIANISTA VALENTINO LIBERACE, UNA INMERSIÓN EN EL HOLLYWOOD DE LOS AÑOS 70

El Festival de Cannes ha acogido este martes «Behind the Candelabra», el nuevo trabajo del norteamericano Steven Soderbergh, director que lleva años anunciando que deja el cine y que sigue rodando a un ritmo de más de un largometraje por año. En esta ocasión reúne un reparto espectacular, con Michael Douglas, Matt Damon, Dan Aykroyd, Scott Bakula, Rob Lowe y Debbie Reynolds para contar la vida del pianista Valentino Liberace.

Antes de Elvis, Elton John y Madonna, existió Liberace: pianista virtuoso, artista exuberante, habituado a la escena y los plató de televisión. Liberace apreciaba la desmesura y cultivaba el exceso, dentro y fuera del escenario. Un día de verano de 1977, el joven y hermoso Scott Thorson entra en su camerino y a pesar de la diferencia de edad y del medio social, los dos hombres empiezan una relación secreta que duraría cinco años.
«Behind the Candelabra» es un biopic inspirado en la vida del pianista Valentino Liberace es la sexta participación de Steven Soderbergh en el Festival de Cannes desde «Sexo, mentiras y cintas de vídeo», Palma de Oro en 1989. Para interpretar al artista virtuoso y su acompañante, se rodeó como siempre de un equipo brillante. Aunque Michael Douglas ha rodado dos veces bajo la dirección de Soderbergh en «Traffic» (Óscar a la mejor película 2001) e «Indomable», para Matt Damon ésta es su séptima colaboración con el director. Además de la trilogía sobre Danny Ocean, hizo el papel de espía fracasado en «¡El soplón!» y recientemente como un padre de familia preocupado en «Contagio».
Rob Lowe, Scott Bakula y Debbie Reynolds también están en el filme. Según Jerry Weintraub, productor del película «Los actores quieren trabajar con Soderbergh porque les ofrece mucho. Es bueno porque está presente, con su cámara, frente a ellos y tienen la certeza de ser comprendidos». El ineludible productor norteamericano, que tuvo la suerte de conocer a Liberace en persona, se lanzó también al proyecto con entusiasmo.
Pianista clásico desde su infancia, Valentino Liberace elige pronto el mundo de los clubes nocturnos y el espectáculo. Para apropiarse mejor del personaje, el director decidió rodar en lugares auténticos donde el artista pasó su vida: de Palm Springs a Las Vegas, pasando por su residencia de Los Ángeles.
Para recrear la atmosfera de esa época, el director artístico Howard Cummings organizó una búsqueda de tesoros para reagrupar los objetos e instrumentos que componen los treinta decorados de la película. Más que un biopic, la película se anuncia como una inmersión en el Hollywood fastuoso de finales de los años setenta.