El actor protagoniza, dirige y defiende la película con pasión

Amalric se esta batiendo el cobre hablando de «Tournée», su cuarto largometraje como director, a competición por la Palma de Oro en el 63 Festival Internacional de Cine de Cannes. El film lo protagoniza «malgre moi», que dice el director, en el rol, de un perdedor nato, Joachim Zand (el apellido lo ha tomado del de soltera de su madre), un derrotado ex productor televisivo.

«Vivo como un sueño estar en competición con Kiarostami o Kitano, y subir las escaleras del Grand Palais con mis «chicas», aunque lo mejor es bajarlas, mirando a Poniente y encendiendo un cigarrillo. Ahí esta la verdadera magia. Si no acudes a Cannes con humor y algo de ironía, puedes pasarlo francamente mal y hundirte en la pesadilla del peor circo. A mi ha dado mucha felicidad escalar el Palais con mis chicas y llenar la ascensión de musica y color». Amalric vence su cuerpo hacia la periodista en un arriesgado ejercicio de equilibrismo. Y enciende Camel tras Camel. Argumenta: «Si no fumo, no puedo ni pensar ni hablar».

Es la décima vez que acude a Cannes a competir, aunque la primera como director. Hace dos años, este ganador de tres Cesares del cine francés, causo verdadera conmoción en el certamen de la Costa Azul con su trabajo en «La escafandra y la mariposa», del «donostiarra» Julian Schnabel. Ahora, en un film que es un pequeño y no censurable ego-trip, Amalric escribe una carta de amor a las actrices carnales que le acompañan y a un género en extinción: el burlesque. Junto a él, verdaderas artistas voluptuosas del género, Dirty Martini, Julie Atlas Mutz, Kitten on the Keys o el único varon, Roky Roulette, miembros de la compañia New Burlesque. Estas damas de carnalidad felliniana se embarcan con el productor en un tour europeo, con la (falsa) promesa de hacerlas triunfar en París.

Cámara en mano, a caballo entre el documental y la ficción, Amalric reconoce haber bebido del cine de John Cassavetes (concretamente de «The Killing of a Chinese Bookie») y de Fellini, «pero de su lado oscuro, que era muy grande. No hay más que revisar «La dolce Vita» y su amarguísimo final. Yo he tomado todo lo oscuro y perturbador que encierra Fellini». Y es que Amalric nunca pensó en ser actor sino en participar en el aspecto mas técnico de la creación cinematográfica. Comenzó como ayudante de dirección de Louis Malle y mas tarde como editor. La interpretación vino después. Se casó y se separó de la actriz Jeanne Balibar con la que tiene dos hijos pequeños, Antoine y Pierre.

Amalric se inspiró para la pelicula en los articulos que la novelista Colette -en sus tiempos de actriz descocada y algo burlesque- publicaba por entregas en revistas francesas. Sus affaires lésbicos y poco después, el suicidio de un querido amigo de Amalric, productor, le condujo a realizar el melancólico film acerca de unas mujeres y un género en vías de extinción. Y, según Matthieu, no hay que hacer caso de «brotes verdes» como los de la actriz Dita von Teese o los burlesques híbridos generados desde Las Vegas: «no son más que una banalización y hollywoodización de un género que es arte y vida en estado puro. Esas Dita’s y otras, con cuerpos ultraperfectos machacados en gimnasios y por cirugias, no son artistas del género verdaderas. Las mujeres como las de mi pelicula -hedonistas, felices, cantarinas y orgullosas de sus trabajados cuerpos- no tienen nada que ver con las de las portadas de revistas, negadas desde el photoshop. Ella son el alma de mi pelicula. Les debo todo»

El 63 Festival Internacional de Cine de Cannes presentará el lunes 17 a competicion «Biutiful», de Alejandro Gonzalez Inarritu, con Javier Bardem.