Hace dos meses ambas perdieron también a su hermano y tío, el actor Corin Redgrave

El cielo gris del condado de Kent en Connecticut ofrecía ayer un lúgubre contraste con los atavíos inmaculadamente blancos de Vanessa Redgrave y su hija, Joely Richardson. En menos de dos meses, ambas han enterrado a su hermano y tío, el actor Corin Redgrave y hoy, a su hermana y tía, la memorable actriz dame Lynn Redgrave, que sucumbió a un cáncer tras más de una década de lucha.

Ha transurrido apenas un año en que también de blanco enterraron en el mismo cementerio dolorosamente a la maravillosa Natasha Richardson, hija, hermana y esposa de Liam Neeson, fallecida a los 45 años de un edema cerebral tras sufrir un accidente de esquí aparantemente banal. El enorme irlandés también acudió al último adiós acompañado de sus pequeños dos hijos al cementerio de Saint Peter, en Lithgow, Nueva York.

Liam y Lynn habían coincidido en el rodaje de «Kinsey» (2004), en el que ella interpretaba a una madura lesbiana. Redgrave fue la última vez vista en la gran pantalla como la divertidísima anciana borracha en «Confessions of a Shopaholic», junto a la dinámica Isla Fischer. La enfermedad la había apartado de la profesión que había decidido su vida al nacer de la unión del legendario Michael Redgrave y Rachel Kempson. Fue nominada en 1966 por «Georgy Girl» (1966), pero perdió la estatuilla a manos de Elizabeth Taylor y «¿Quién teme a Virginia Wolf?». Aquel año, su hermana Vanessa también había sido nominada por «Morgan: A Suitable Case for Treatment».

Ambas estuvieron muy unidas en vida y ayer, por última vez, en el entierro de la «pequeña» de los Redgrave. La actriz estaba divorciada de John Clark, tras tres décadas de matrimonio. Clark confesó recientemente en la prensa británica su arrepentimiento por haber engañado a su mujer con su propia asistente personal, que concibió una hija del adulterio. Como en un culebrón, años más tarde, esa hija ilegítima se casó con Benjamin Clark Redgrave, uno de los tres hijos que la actriz tuvo con su marido.

Dame Lynn Redgrave fue ennoblecida por la reina Isabel II en 2002 y hace una década, cuando le fue diagnosticado el cáncer de pecho, escribió el revelador libro «Journal: A Mother’s and Daughter’s Recovery from Breats Cancer», cofirmado con su hija Annabel Clark y Barron Lerner. Para el entierro, en el mismo cementerio en el que reposa la luminosa y añorada Natasha Richardson, Vanessa Redgrave y Joely Richardson (nacida de su matrimonio con Tony Richardson, fallecido de Sida en 1.991), abandonaron los estudios Babelsberg de Berlín por unas horas. Allí ruedan a las órdenes del alemán Roland Emmerich, el film de intriga «shakespeariano» «Anonymous».

Antes del entierro, se celebró un funeral privado en la First Congregational Church de Kent, a unos escasos metros de su casa, donde falleció rodeada de sus hijos y sus seis nietos. Entre los asistentes, el actor Brendan Fraser, que compartió con ella el plató de «Dioses y monstruos», junto con sir Ian McKellen. La actriz recibió una nueva nominación al Oscar por este trabajo. Lynn Redgrave trabajó en varios capítulos de «Mujeres desesperadas» y era representante de Weightwatchers, la línea sana de adelgazamiento. Con una salud muy frágil, como se pudo constatar en el plató berlinés de «Anonymous», Vanessa Redgrave pudo recoger hace unas semanas el premio BAFTA a toda una carrera de manos del prícipe Guillermo de Inglaterra. La reverencia que le otorgó al segundo heredero de la Corona fue muy criticada, dada su condición de republicana. Pero Vanessa Redgrave, a sus 77 años, sigue siendo uno de los grandes tesoros de la escena y el cine británicas. Larga vida a Vanessa Redgrave, la última de una raza.